La vida de

La fotografía me ofrece la posibilidad de ser otra persona. Utilizo mi cuerpo como objeto fotografiable creando una ficción a través de la que hablar de sentimientos, anhelos, fantasías. En esta realidad paralela soy libre de interactuar en ella y manipularla. Esto es; puedo ser quien quiera con total libertad. Puedo ser como quiera. Puedo imaginar una situación y hacerla realidad.
Empecé a utilizar mi propio cuerpo por razones prácticas y, con el tiempo, empecé a reflexionar sobre qué era lo que estaba haciendo. Con los años, vi que había una brecha entre los personajes que representaba en mis fotos y yo; mis invenciones tenían poco o nada que ver con mi manera de relacionarme con el mundo en la vida real, aunque hay algo que sí que teníamos en común: los sentimientos. Fui consciente, poco a poco, de que estaba buscando algo, o quizás a alguien, o quizás a mí misma. Pero esta búsqueda era infinita, porque es en el propio camino donde me siento tranquila.